El silencio

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Todos tenemos partes que nos asustan, partes que nos da miedo enfrentar, partes de las que huimos y a las no queremos ver de cerca.

Es muy difícil bajar voluntariamente de la peana de santidad a la que nos encumbramos a nosotros mismos y cuando lo hacemos, resulta inevitable arrastrar un suspiro de decepción con nuestros pasos.

Pero no podemos no mirar y no decir lo que nos asusta, porque nos enferma el cuerpo, la mente, y el alma, así que, si no encontramos las palabras, hemos de buscar otra salida.

Afortunadamente, existen formas de comunicarnos sin necesidad de hablar.

Hasta el silencio habla. Un silencio es una forma de comunicación en sí mismo, aunque, en la mayoría de las ocasiones, parece no querer decir lo que nos gustaría escuchar.

Todos tenemos recuerdos que nos asustan, imágenes de nuestra vida que no queremos mirar, a las que nos da miedo enfrentarnos.

Son dolores de los que huimos, porque tememos volver a sentirlos y a los que no queremos regresar, porque, aunque hayan cumplido 20 o 30 años, parece que, al rozarlos, todavía alguien nos llora por dentro.

Y a veces nunca deja de llorar.

Y otras veces, ese llanto se acaba convirtiendo en el ruido de fondo o en la banda sonora de una vida.

A nadie le gusta esa música.

Por eso es mejor hablar, de la mejor forma que puedas.

Aunque a falta de un ritmo más amable para seguir la vida y su danza, a veces, puede ser suficiente con quedarse en calma.

No necesitarás ni el más leve susurro

Si encuentras consuelo en el silencio.

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