“La bondad es el pináculo de la inteligencia. Es su punto más cenital, el instante en el que esa inteligencia se queda sorprendida de lo que es capaz de hacer por sí misma”.
Dr. Richard J. Davidson.
La bondad es un término abstracto imposible de cuantificar que ha sido tratado en la filosofía, la religión, la ética…
Cuando se identifica a una persona o una acción como bondadosa, se la suele reconocer también en otros valores, como la solidaridad, la generosidad, la humildad o el respeto. Además, la bondad no se considera simplemente como la ausencia de maldad, ya que la bondad no se limita a evitar el mal, sino que su naturaleza esencial es promover y perpetuar el bien.
Para Sócrates, la bondad es un estado del alma y la sabiduría era su esencia.
Inmanuel Kant, defendía que lo bueno o lo malo depende de la voluntad del ser humano ya que es, en la conducta del hombre, en donde prevalece la maldad o la bondad.
Aristóteles, aseguraba que todos los seres humanos poseen la capacidad para ser buenos y que estos debían de desarrollar dicha capacidad mediante la práctica, a través de acciones virtuosas, es decir, Aristóteles creía que la bondad se entrena como cualquier otro hábito.
Uno de los mejores investigadores en la actualidad, en el área de la Neuropsicología, el Doctor Richard J. Davidson, autor de libros como “El perfil emocional de tu cerebro” o “El poder curativo de la meditación: Diálogos con el Dalai Lama”, afirma que la bondad es una virtud superior porque implica muchas otras virtudes.
Dentro de ellas está el amor, el respeto, la fraternidad, la generosidad y muchas otras y constata que se afianza en los individuos cuando alcanzan una notable evolución espiritual y mental.
El Doctor Davidson, gracias a diversos estudios, también ha comprobado que se trata de una habilidad localizable en el cerebro y que constituye la base para una significativa calidad de vida. Davidson defiende que la bondad se cultiva y que es el resultado de un profundo trabajo interior.
La amabilidad es la acción en la que tratamos al otro con la bondad y la consideración que se merece toda persona por el hecho de serlo.
Ser bondadoso con los demás es serlo con uno mismo y colaborar en la mayor felicidad de los demás es ayudar a que la nuestra también se haga presente. Desde este punto de vista, creo que está claro el beneficio que tiene, incluso a nivel social, la cooperación basada en la bondad y en los valores.
Profundizando en su aspecto más íntimo y espiritual, yo diría que una de las mayores cualidades de la bondad es su capacidad de expandir la luz dentro de nosotros y seguir extendiéndose desde nuestro campo energético para activar la luz en los demás.
Personalmente, creo que los actos de bondad son contagiosos e inspiradores.
La bondad es un estado, una cualidad a la que todos podemos acceder fácilmente. Un pequeño gesto puede hacer nuestra vida y la de otros, mucho más agradable. Fíjate en que, simplemente el hecho de recordar un acto de bondad, puede poner una sonrisa en tu rostro días o semanas después de haberlo vivido o quizás, incluso pueda inspirarte a compartir un gesto de bondad con otra persona. Aunque pueda parecer simple hasta el punto de ser ignorada, aunque pueda pasar desapercibida muchas veces, la bondad es una virtud tremendamente poderosa.
Puede que sea la forma más sencilla de experimentar y compartir nuestros mayores sueños como humanidad.
Su vibración está en todos nosotros, en algunos como idioma, en otros como forma de vida y en otros como un potencial. De hecho, es tan fácil conectarse a ella, que podemos tomar la decisión de actuar desde el mejor lugar, dentro de nosotros mismos, en cualquier momento y ser capaces de reconocer, a la misma vez, el potencial más alto en otro ser humano con el más pequeño de los actos, simplemente con la intención de alimentar esa semilla en cada alma que encontremos.
En cierto modo, la bondad hace que el motor de nuestro mundo se mueva con más suavidad y menos resistencia. Es posible que el camino sea el mismo, pero el viaje siempre será más agradable si ayudamos a hacer de este planeta un lugar más amable y más bueno.
Además, si nos paramos a reflexionar un momento, es fácil caer en la cuenta de que los seres humanos somos tremendamente afortunados, porque la bondad es una fuente inagotable de gozo que está disponible siempre y para todos.
Cuando actuamos de manera coherente con nuestros valores, esos valores se convierten en nuestra realidad y eso nos permite cambiar nuestra experiencia del lugar de la lucha y la competencia a la realidad de la facilidad, la colaboración y la camaradería placentera.
Cualquier pequeño detalle, ya sea cediendo el paso mientras conducimos, dejando que alguien se adelante a nosotros en la cola del super, compartiendo nuestros recursos en una crisis o regalando una sonrisa o un abrazo a alguien que lo necesita, nos ayuda a crear, de forma activa, un universo de bondad y generosidad que podemos expandir, porque puede ser así con cada elección y cada uno de nuestros actos.
El gesto más pequeño puede traer una sonrisa para iluminar la sombra de una situación desagradable o eliminar la tensión de una tarea difícil y lo mejor es que su efecto provoca un eco que puede extenderse mucho más allá del momento. Podemos estar seguros de que recibiremos bondad a cambio, aunque el acto de dar sea ya una recompensa.
La bondad expande la luz en nuestro interior y es capaz de llegar a tocar la luz de los demás, dándonos a todos un atisbo del resplandor y del poder que tiene de iluminar nuestro mundo.
¿Te atreves a levantarte cada mañana con la intención y el enfoque puesto en mostrar tu cara más amable y buena a tu vida y a los demás? ¿Te gustaría intentarlo?
Prueba y verás…
Este artículo está dedicado a todas las personas buenas del mundo, del mío y de todos, y en especial, a mi amiga Llanos Monteagudo, que fue quien me pidió, hace ya un tiempo, que hablara sobre la bondad.
¡Va por ti, colega!
Un comentario
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LA BONDAD
“Ser bondadoso con los demás es serlo con uno mismo y colaborar en la mayor felicidad de los demás es ayudar a que la nuestra también se haga presente”.
“La bondad expande la luz en nuestro interior y es capaz de llegar a tocar la luz de los demás, dándonos a todos un atisbo del resplandor y del poder que tiene de iluminar nuestro mundo”.