No hay nadie más como tú en el mundo y vale la pena celebrarlo, en lugar de andar buscando fallos.
Tú eres único.
No hay nadie más como tú en todo el universo y, en honor a tu yo único, es bueno reconocer y abrazar las cualidades especiales que te hacen la persona que eres. Una forma de hacerlo es no compararte con los demás.
Es parte de la naturaleza humana querer ver cómo nos medimos en comparación con otros, especialmente si pensamos que son mejores o que tienen más de algo que queremos. Sin embargo, la verdad es que no es un buen uso del tiempo compararnos con los demás porque no hay nadie como nosotros y eso nos hace incomparables, por lo que nunca tendremos éxito en esa empresa.
A veces, es casi más fácil mirar fuera de nosotros mismos y sentir que somos deficientes en comparación con otras personas en lugar de asumir la responsabilidad de nuestro propio progreso en relación con el cumplimiento de nuestro propósito de vida.
En realidad, se necesita más coraje para autorreferenciarse y mirarnos para ver si estamos a la altura de nuestros estándares o alcanzando nuestro máximo potencial.
Cada uno de nosotros tiene dones muy especiales y estamos aquí por razones muy específicas. Cada uno de nosotros tiene un propósito de vida que cumplir y con esto vienen las lecciones que debemos aprender y las circunstancias que debemos atravesar para evolucionar como seres espirituales.
Comparar tu vida con las vidas de otras personas cuando no tienes idea de para qué están aquí y de qué tienen para aprender o cumplir, no beneficia a nadie, especialmente a ti.
En cambio, si puedes aceptarte a ti mismo, apreciar los talentos y cualidades especiales que solo tú posees y darte cuenta de que cada uno de nosotros está pasando por cierto tipo de experiencias por una razón, es menos probable que te enfoques tanto en lo que otras personas tienen o están pasando.
Darte cuenta y valorar tu singularidad te permite sacar lo mejor de ti mismo para poder seguir viviendo en lugar de preocuparte por comparaciones sin sentido. Trata de no compararte con los demás y verás cuánto tienes y lo especial que eres.
Conociendo tu grandeza te resultará mucho más fácil ponerla a trabajar y el primer beneficio que encontrarás será, muy posiblemente, la facilidad, la ligereza con la que podrás tomar decisiones que, quizás en otro momento, no habrías podido abordar o no lo habrías hecho con la claridad y la firmeza que ahora posees y que siempre fue parte de ti.
Y es que las decisiones son un espacio continuo en el que nos movemos con dificultad sin ser realmente conscientes de que permanecemos en él “in eternum”.
Es imposible no elegir.
Es imposible no decidir a pesar de que nos resulta complicado tomar decisiones auténticamente racionales por el miedo que tenemos a cometer errores.
Necesitamos liberar el miedo a tomar decisiones equivocadas, sobre todo porque estas no existen.
Nuestras vidas se definen por las decisiones que tomamos cada día. Cuando elegimos una opción sobre otra, ya sea que estemos seleccionando un restaurante o considerando caminar por una ruta campo a través, damos forma a nuestras vidas.
El proceso de toma de decisiones puede ser empoderador, permitiéndonos disfrutar de los beneficios de la autodeterminación. Sin embargo, también puede ser una fuente de ansiedad porque las decisiones nos obligan a enfrentar la posibilidad de insatisfacción y conflicto interno.
Como resultado, muchos de nosotros optamos por evitar tomar decisiones permitiendo que otros las tomen por nosotros. En consecuencia, entregamos nuestro poder a los cónyuges, parientes, amigos y colegas, otorgándoles la administración de nuestra vida, que es nuestra por derecho. Aunque las decisiones que debemos tomar son a menudo difíciles, nos volvemos más autosuficientes y seguros cada vez que confiamos en nosotros mismos tanto como para poder elegir.
En última instancia, solo tú puedes saber cómo las opciones anteriores afectarán a tu vida diaria y a tu bienestar a largo plazo. Dentro de ti reside el poder de sopesar de manera competente las ventajas y desventajas de cada selección.
Incluso si te sientes incapaz de tomar una decisión, tu sabiduría interior y tu mente intuitiva te darán un buen consejo si tienes fe en ti mismo.
Trata de llegar a tus propias conclusiones antes de buscar la guía de otros, e incluso entonces, trata sus sugerencias como información complementaria en lugar de pensar que son verdades absolutas sobre tu vida.
Antes de tomar una decisión, libera tu miedo a equivocarte. Los errores pueden llevarte por caminos maravillosos e inesperados y exponerte a conocimientos que te cambiarán la vida.
Si puedes dejar de lado la noción de que ciertas elecciones son completamente correctas mientras que otras son completamente incorrectas, estarás menos tentado a invitar a otros a tomar las riendas de tu destino.
Cuando tus elecciones son las tuyas, es más probable que las aceptes y estés satisfecho con el resultado de las mismas.
Tus decisiones serán un reflejo puro de tus deseos, tu creatividad, tu conciencia y tu poder.
Dado que comprendes que debes vivir y asumir la responsabilidad de tus decisiones, es probable que tengas mucho cuidado al llegar a conclusiones. A medida que aprendas a tomar decisiones informadas y autónomas, obtendrás la libertad de dirigir conscientemente el flujo de tu vida sin interferencias.